Por Marco Polo Caloch

“No soy lo que me ha pasado. Soy lo que decido ser.” – Carl Gustav Jung

Existe una vieja canción que dice: “el pobre Juan con todos quiere quedar muy bien, hace un favor sin mirar a quién, aunque su espíritu está casi muerto”, y ustedes pensarán, ¿esto que tiene que ver con liderazgo? y sobre todo con el liderazgo imperfecto, la respuesta es sencilla, el líder perfecto crea más problemas que soluciones y el ayudar a todos sin control, también. 

Estamos acostumbrados a pensar en los líderes como personas que sus decisiones son las correctas, aunque esto en realidad es una falsa creencia por que en cada victoria hay uno o más líderes que han sido derrotados o han fallado junto a su pueblo, equipo o nación. Fracasar no es malo, siempre y cuando uno no se rinda en busca de metas u objetivos.

Debemos ver el liderazgo desde una nueva perspectiva: lo imperfecto. Desde lo imperfecto podemos trabajar libremente, podemos planear, aprender, probar, evaluar y volver a intentar. Abandonar la idea de la perfección nos lleva a buscar nuevas formas de mejorar. Incluso, ceder el control de manera temporal nos permite ver el camino desde una nueva perspectiva, porque el liderazgo no es llevar a todos en la dirección que decidimos, sino en ser parte del todo que va en la dirección que es mejor para los integrantes. Sin embargo, usted debe conocer a sus acompañantes y conocerse así mismo.

Existen diferentes tipos de liderazgo: Transaccional, transformacional, estratégico, burocrático, etc., todos ellos enfocados en que es el líder y como aplica su liderazgo. 

Sin embargo, un líder es más hacer que ser. Si ponemos más énfasis en la acción que en el sujeto, podemos percatarnos que el liderazgo son acciones y por ellas es reconocido el individuo que destaca. Después de ser reconocido el accionar destacable del líder es que entonces etiquetamos su estilo. 

El líder debe contextualizar su accionar en tres líneas de acción: su papel como líder, las acciones que debe realizar, el equipo con el que debe trabajar. En su papel, el líder tiene que interiorizar sus aspectos mentales e individuales fortaleciendo sus propias capacidades, la clave es llegar a entenderse a sí mismo. En sus acciones tiene que incluir todas las herramientas, sistemas, procesos y tecnología que lo deben llevar a lograr las metas. 

Con las personas o el equipo, debe conocer los contextos grupales e individuales de cada integrante, la cultura y el todo que le integra. En lo social donde abundan rituales, normas, estándares, acuerdos, y es donde lo subjetivo se convierte en objetivo.

El líder debe cuidar los siguientes aspectos: el mental, el emocional, el espiritual y el físico.

Ceder el liderazgo pareciera un sacrificio para el líder, aunque esto solo pasaría si usted utiliza el liderazgo tradicional. La rotación en el vuelo de parvadas de patos permite a todos llegar más lejos y en un mejor tiempo promedio. Cada integrante puede ser el líder, y cada líder ser un engranaje en un sistema. Sin embargo, cada integrante lleva su tiempo, y es mejor que otros en algunas tareas. El liderazgo imperfecto es la integración de estos engranajes, donde cada miembro da lo mejor de sí y entre todos cubren las debilidades del equipo. El todo es más que la suma de las partes (Teoría de la Gestalt). 

El liderazgo imperfecto tiene sus bases en la disciplina y el compromiso. Comprometerse a realizar una acción a favor del grupo significa cumplirla con eficacia y eficiencia, de manera coordinada y planeada, con responsabilidades bien definidas de una manera disciplinada hasta alcanzarla. Reconocer el momento de pedir ayuda, solicitar recursos, enmendar un error o adaptarse a cambios externos son parte del compromiso. 

Por último, lo imperfecto lleva a construir nuevos caminos. Buscar nuevas maneras o combinaciones construye un árbol de posibilidades y fortalece a cada integrante del equipo. El liderazgo imperfecto nunca termina. Cada individuo que fue parte del grupo pasará a ser iniciador de nuevos equipos con otras metas de manera continua o temporal. 

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